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martes, 18 de marzo de 2014

Sanando desde adentro.

Primero, quiero disculparme por escribir después de un mes (si es que a alguien le interesaba que siguiera escribiendo).  Y no voy a inventar excusas del porqué no escribí, simplemente no sabía en qué momento lo haría, ni si en realidad me sentía preparada para iniciar con esta revolución.
Porque sí, a veces todos tenemos subidas y bajadas (en mi caso siempre son más bajadas). De hecho, si he de ser sincera, en este momento me encuentro en una de las bajadas más grandes, pero he decidido que quiero aprovecharla y tratar de sacarle algo para mi beneficio y no al revés.

Y como dice el nombre de esta publicación, hoy se trata de sanarnos desde adentro. No es fácil, no es sencillo, llevo haciéndolo hace casi un mes y aún mi interior tiene un cartel que dice: "DISCULPE LAS MOLESTIAS, ESTAMOS TRABAJANDO PARA MEJORAR".  Pero sé que es posible, porque mal que bien, me siento feliz de los pequeños logros que voy teniendo.

Para ser la mejor versión de nosotros, la que nos haga sentir increíbles, tenemos que empezar por adentro ¿Esto qué quiere decir? Pues que tenemos que estar sanos. Sanos en todo sentido: mente, cuerpo y alma.
No es mi intensión convertir este espacio en un diario, pero para darles una idea de lo que hablo (Y al mismo tiempo presumirles que así como ustedes, estoy dando los mismos pasos. Ni más, ni menos, los mismos) les contaré cómo es que me estoy curando de adentro, y los invito a hacerlo también.

1. Fui al médico. Hace como dos años venía quejándome de todo: Me duele esto, me duele aquello.. Pero lo gracioso de esto es que no hacía NADA por sentirme mejor. En verdad, NADA (Y estoy segura que ahorita estás leyéndome y al mismo tiempo sintiéndote identificado) Hasta que decidí que había sido suficiente y que si quiero verme bien, debo sentirme bien. Así que bueno, para no hacerles el cuento largo fui a la clínica y en un sólo día maté como 10 pájaros de un tiro, me revisé de muchas cosas, fui con varios doctores de distintas especialidades y al terminar el día, sin que hubiera empezado ningún tratamiento aún, ya me sentía mejor.
Eso sí, me gasté un montón de dinero porque el sistema de salud en nuestro país es deplorable pero valió totalmente la pena. Tenemos que dejar de ser tan tacaños con nosotros mismos. Seguramente no quieres pagar una consulta médica de 50 soles, pero te apuesto que sí te los beberías en unas cervezas el fin de semana ¿no? Hay que dejar de ser hipócritas, no con los demás (Todavía no llegamos a ese punto) sino con nosotros mismos. Seguramente has repetido incontablemente el corito: "Yo sé cuidar mi cuerpo" y sin embargo no lo haces. Si tú no te quieres y te cuidas ¿Quién crees que va a hacerlo? Así que si crees que algo en tu cuerpo debe ser revisado o curado o simplemente crees que necesitas un chequeo general para sentirte mejor, este fin de mes ve a cualquier hospital, clínica, médico particular o lo que gustes e invierte una cantidad de tu sueldo en atender a tu cuerpo que aguanta tus estupideces más que nadie día tras día. Te lo puedo prometer, te vas a sentir mejor instantáneamente.

2. Renuncié a mi trabajo. Y vaya que lo necesito. Pero no pude, me sentí atrapada. Atrapada haciendo algo que no quería y que me estaba agotando emocionalmente. Llegaba la mañana y quería llorar, llegaba la tarde y lo único que quería era salir corriendo de esa oficina que más parecía un calabozo. No les miento, estaba atrapada en una habitación, con otras dos chicas, que tenía el tamaño de un baño (Y un baño pequeño, imagina el más pequeño que puedas) había una ventana pequeña de la que no recibía aire, ni luz del día. Si no hubiera sido por el reloj nunca habría sabido que hora del día era. Yo me pregunto ¿Seré muy sensible? ¿O es que las demás personas que trabajaban ahí se habían vuelto demasiado insensibles como para no darse cuenta? También existe la necesidad, eso no lo cuestiono para nada. Sin duda ahí había gente que realmente necesita el trabajo, y no es que yo no lo necesite, pero voy a que probablemente hay gente que depende de ellos y no se pueden dar el lujo de irse así como así. Y tampoco quiero incitarlos a todos ustedes a que dejen sus trabajos y nos volvamos todos juntos unos holgazanes.
Voy a que tenemos que estar felices con lo que hacemos, sea lo que sea. Una vez leí, en alguno de esos tantos memes que rondan por Facebook: "Odiar tu trabajo es estúpido si consideras que ahí pasas la mitad de tu vida" y vaya que es cierto.
No podemos seguir forzándonos a estar en un trabajo que no nos gusta, a estar en una relación que no nos gusta, a ir a lugares que no nos gustan, a aceptar cosas en nuestra vida que no queremos. A la larga, hacen más daño del que creemos, más daño que todos los cigarros del mundo y todo el rico aceite recalentado que todos nos tragamos del KFC. Nos dañan el alma, lo que es más mortífero que nada.

Atrévanse conmigo a decir no, a decirlo las veces que sea necesario hasta que sean felices y se sientan satisfechos con su vida. No está mal que rechacemos cosas, que no les de vergüenza, no digan que sí por compromiso, por presión o por necesidad. Digan que no porque creen, saben y están convencidos de que merecen algo mejor.
Estoy en una total restauración en mi vida, estoy ordenando de a pocos mi habitación para convertirla en un lugar de paz, tranquilidad e inspiración para mí. Estoy buscando comprometerme al 100% con este blog para ayudarme a mí y a los que se quieran unir. Estoy pensando en iniciar un negocio (Para ganarme los frijoles) y hacer algo con verdadera pasión y vocación.

No los invito a unirse a mí ¡Los obligo! Si ya estás por aquí y te soplaste todo lo anterior quiero que te sientas obligado a restaurarte también, a hacer una limpieza profunda y empezar a mostrar lo mejor de ti.

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