Translate

martes, 25 de marzo de 2014

La lista negra.

Hoy nos vamos a sincerar. A ser tan claros como el agua, con nosotros mismos y con nadie más. A dejar de esquivar en el espejo de nuestra alma lo que no nos gusta de nosotros mismos.
¿Qué te parece si hoy no nos fijamos en los defectos de los demás y tratamos de arreglar los nuestros? Suena a tarea difícil ¿No?

Cuántas veces te ha pasado que en una entrevista de trabajo te preguntan cuáles son tus defectos y no tienes idea de qué decir. Blanco. Cero. Nada. Te comió la lengua el gato. Te haces como que la virgen te habla.
¿Qué? ¿Perdón? ¿Me hablabas a mí?
Obvio, responder a esta pregunta frente a una persona que te juzgará a partir de tus respuestas para darte empleo dificulta mucho más tu proceso de ser sincero. No quieres quedar mal frente a tu posible próximo jefe o jefa, pero aún así, vaya que se te hace difícil admitir que sí, tienes defectos.

Y la verdad, es que todos nosotros (bola de cucufatos) nos espantamos demasiado tras la palabra defecto. Como si en nuestro ADN ese fuera un código no descifrado y nosotros no fuéramos portadores de tanto perverso virus llamado: DEFECTO. De inmediato lo relacionamos a algo malo, a las feas características que tiene esa persona que tan mal te cae o a la cruz que todos cargan (menos tú, claro). Yo siempre digo, si algo es sentido o transmitido por una persona, entonces es algo humano y no tenemos que sentirnos mal al respecto porque es inherente a nuestra condición de ser vivo que tiene sentimientos, emociones y pensamientos (todo originado en nuestro cerebro) ¿Qué quiero decir con esto? Que si siento odio no está mal, que si me siento holgazana no está mal, que si soy neurótica no está mal, que si pienso en sexo no está mal, que si quiero matar a alguien no está mal, que si deseo comerme un postre yo sola sin invitarle a nadie no está mal; porque todas esas emociones y sentimientos no fueron creadas o inventadas por mí (soy chévere, pero no tanto) vienen con el paquete de ser humano, perfecto e imperfecto en todo su esplendor. Y todos, o ya hemos sentido esas cosas o podemos sentirlas en cualquier momento. Así que deja de asustarte, persignarte y señalar a los demás. Recuerda que así como ellos en cualquier momento tú puedes estar igual.

Ahora, con esto no quiero decir que vamos a ir por el mundo gritando "¡Así soy yo y si  no les gusta pueden ir todos a chingar a su madre!" (En algunos casos tal vez sí) Porque es obvio que existe un código de conducta social para la convivencia, es obvio que existe el respeto a uno mismo y los demás, es obvio que uno no debería de ir haciendo lo que le da la gana sin pensar que podría hacerle daño a alguien más. Y es aquí a dónde llega el meollo de mi post de hoy.
Si mis actitudes humanas calificadas como negativas para esta sociedad (más conocidas como defectos) están dañándome o dañando a la gente a mi al rededor está claro que debo hacer algo al respecto (si es que en verdad me importa) . Esto claro sí es que estoy buscando ser una mejor persona (para agradarme a mí y no a los demás). Y por eso decidí hacer esta lista negra, que incluye todo lo que no me gusta de mí (no hablo del físico), todo lo que ya no quiero seguir invitando a mi vida, lo que quiero limpiar para que pueda sentirme mejor. Está de más decirte que si estoy escribiendo todo esto aquí es porque quiero que tú también lo hagas, porque estoy convencida de que será un buen paso para la curación de nuestras almas.

Como estoy casi segura de que no te atreverás a hacerlo, a lo mejor por flojera, a lo mejor por no querer aceptar aún tus defectos, a lo mejor porque crees que no es posible o por lo que sea, te voy a dejar mi lista aquí, para sincerarme no sólo conmigo, sino también contigo y darte un empujón (si es que te hace falta) para que me veas transparente y no sólo puras letras tras una pantalla (en verdad quiero lograr eso con la gente que me lee) y te convenzas de que en verdad quiero iniciar la revolución. Que no te de vergüenza, corre, ve por un lapiz y un papel, o empieza a anotar en una página de word, lo que importa es que lo tengas guardado y a la mano y no sea sólo una lista mental, porque para el siguiente post lo vamos a necesitar.
Así que sin más ni más, esta es mi lista:

  1. Soy neurótica. 
  2. Soy mentirosa. 
  3. Soy manipuladora. 
  4. Soy calculadora. 
  5. Soy floja. 
  6. Soy sucia. 
  7. Me gusta saber sobre la vida de los demás. 
  8. No soy sana. 
  9. Me da ganas de chocarle el carro a los que manejan como idiotas. 
  10. Me dan ganas de atropellar a los que cruzan la pista como idiotas. 
  11. Soy egoísta. 
  12. Me gusta humillar a la gente. 
  13. Soy juiciosa. 
  14. Soy chantajista. 
  15. Digo malas palabras. 
  16. Soy insolente. 
  17. Soy peleonera. 
  18. Soy metiche. 
  19. Soy cisañosa (¿Así se escribe?) 
  20. Soy superflua. 
  21. Soy rencorosa.
  22. Soy vengativa. 
  23. Soy criticona. 
  24. Soy malhumorada.
  25. Soy inmadura.
  26. Soy desordenada. 
Bueno, si me conoces, si eres mi amigo o amiga, si has trabajado conmigo, si eres mi familia, si eres mi novio, si alguna vez te caí bien, a lo mejor ahora tras leer esto pienses lo peor de mí por mi larga lista (y estoy segura que me faltan cosas) a lo mejor ya no te voy a gustar tanto, a lo mejor ya no me querrás leer, y está bien, yo también pensaría lo mismo de mí. Pero te juro, hago esto porque me he propuesto ser una persona que me guste más. Y recuerda, no debes escupir al cielo, porque seguramente te caerá encima (Así que ve y haz tu lista, tal vez no es tan larga como la mía, tal vez sí) 

Ahora, tengo una semana y tú también si te animaste a hacer tu lista, para interiorizar todos estos defectos que escribimos. Para detectarlos cada vez que los notemos, para que identifiquemos que es lo que los detona, para aceptarlos como propios (son mis defectos y de nadie más) y para reconocer: Sí, no soy perfecta.
La próxima semana será otra historia.

martes, 18 de marzo de 2014

Sanando desde adentro.

Primero, quiero disculparme por escribir después de un mes (si es que a alguien le interesaba que siguiera escribiendo).  Y no voy a inventar excusas del porqué no escribí, simplemente no sabía en qué momento lo haría, ni si en realidad me sentía preparada para iniciar con esta revolución.
Porque sí, a veces todos tenemos subidas y bajadas (en mi caso siempre son más bajadas). De hecho, si he de ser sincera, en este momento me encuentro en una de las bajadas más grandes, pero he decidido que quiero aprovecharla y tratar de sacarle algo para mi beneficio y no al revés.

Y como dice el nombre de esta publicación, hoy se trata de sanarnos desde adentro. No es fácil, no es sencillo, llevo haciéndolo hace casi un mes y aún mi interior tiene un cartel que dice: "DISCULPE LAS MOLESTIAS, ESTAMOS TRABAJANDO PARA MEJORAR".  Pero sé que es posible, porque mal que bien, me siento feliz de los pequeños logros que voy teniendo.

Para ser la mejor versión de nosotros, la que nos haga sentir increíbles, tenemos que empezar por adentro ¿Esto qué quiere decir? Pues que tenemos que estar sanos. Sanos en todo sentido: mente, cuerpo y alma.
No es mi intensión convertir este espacio en un diario, pero para darles una idea de lo que hablo (Y al mismo tiempo presumirles que así como ustedes, estoy dando los mismos pasos. Ni más, ni menos, los mismos) les contaré cómo es que me estoy curando de adentro, y los invito a hacerlo también.

1. Fui al médico. Hace como dos años venía quejándome de todo: Me duele esto, me duele aquello.. Pero lo gracioso de esto es que no hacía NADA por sentirme mejor. En verdad, NADA (Y estoy segura que ahorita estás leyéndome y al mismo tiempo sintiéndote identificado) Hasta que decidí que había sido suficiente y que si quiero verme bien, debo sentirme bien. Así que bueno, para no hacerles el cuento largo fui a la clínica y en un sólo día maté como 10 pájaros de un tiro, me revisé de muchas cosas, fui con varios doctores de distintas especialidades y al terminar el día, sin que hubiera empezado ningún tratamiento aún, ya me sentía mejor.
Eso sí, me gasté un montón de dinero porque el sistema de salud en nuestro país es deplorable pero valió totalmente la pena. Tenemos que dejar de ser tan tacaños con nosotros mismos. Seguramente no quieres pagar una consulta médica de 50 soles, pero te apuesto que sí te los beberías en unas cervezas el fin de semana ¿no? Hay que dejar de ser hipócritas, no con los demás (Todavía no llegamos a ese punto) sino con nosotros mismos. Seguramente has repetido incontablemente el corito: "Yo sé cuidar mi cuerpo" y sin embargo no lo haces. Si tú no te quieres y te cuidas ¿Quién crees que va a hacerlo? Así que si crees que algo en tu cuerpo debe ser revisado o curado o simplemente crees que necesitas un chequeo general para sentirte mejor, este fin de mes ve a cualquier hospital, clínica, médico particular o lo que gustes e invierte una cantidad de tu sueldo en atender a tu cuerpo que aguanta tus estupideces más que nadie día tras día. Te lo puedo prometer, te vas a sentir mejor instantáneamente.

2. Renuncié a mi trabajo. Y vaya que lo necesito. Pero no pude, me sentí atrapada. Atrapada haciendo algo que no quería y que me estaba agotando emocionalmente. Llegaba la mañana y quería llorar, llegaba la tarde y lo único que quería era salir corriendo de esa oficina que más parecía un calabozo. No les miento, estaba atrapada en una habitación, con otras dos chicas, que tenía el tamaño de un baño (Y un baño pequeño, imagina el más pequeño que puedas) había una ventana pequeña de la que no recibía aire, ni luz del día. Si no hubiera sido por el reloj nunca habría sabido que hora del día era. Yo me pregunto ¿Seré muy sensible? ¿O es que las demás personas que trabajaban ahí se habían vuelto demasiado insensibles como para no darse cuenta? También existe la necesidad, eso no lo cuestiono para nada. Sin duda ahí había gente que realmente necesita el trabajo, y no es que yo no lo necesite, pero voy a que probablemente hay gente que depende de ellos y no se pueden dar el lujo de irse así como así. Y tampoco quiero incitarlos a todos ustedes a que dejen sus trabajos y nos volvamos todos juntos unos holgazanes.
Voy a que tenemos que estar felices con lo que hacemos, sea lo que sea. Una vez leí, en alguno de esos tantos memes que rondan por Facebook: "Odiar tu trabajo es estúpido si consideras que ahí pasas la mitad de tu vida" y vaya que es cierto.
No podemos seguir forzándonos a estar en un trabajo que no nos gusta, a estar en una relación que no nos gusta, a ir a lugares que no nos gustan, a aceptar cosas en nuestra vida que no queremos. A la larga, hacen más daño del que creemos, más daño que todos los cigarros del mundo y todo el rico aceite recalentado que todos nos tragamos del KFC. Nos dañan el alma, lo que es más mortífero que nada.

Atrévanse conmigo a decir no, a decirlo las veces que sea necesario hasta que sean felices y se sientan satisfechos con su vida. No está mal que rechacemos cosas, que no les de vergüenza, no digan que sí por compromiso, por presión o por necesidad. Digan que no porque creen, saben y están convencidos de que merecen algo mejor.
Estoy en una total restauración en mi vida, estoy ordenando de a pocos mi habitación para convertirla en un lugar de paz, tranquilidad e inspiración para mí. Estoy buscando comprometerme al 100% con este blog para ayudarme a mí y a los que se quieran unir. Estoy pensando en iniciar un negocio (Para ganarme los frijoles) y hacer algo con verdadera pasión y vocación.

No los invito a unirse a mí ¡Los obligo! Si ya estás por aquí y te soplaste todo lo anterior quiero que te sientas obligado a restaurarte también, a hacer una limpieza profunda y empezar a mostrar lo mejor de ti.